Hurtan su latido a los relojes atrasados, y poco a poco forman una bola de tiempos muertos, perdidos en forma de agujas finas como patas de araña en la maraña de nieve, negra, que da vueltas cavilantes detrás de la mampostería de las viejas mansiones, de largas barandillas empolvadas. Son los escarabajos peloteros temporales, una subespecie adaptada a la vida en los margenes de la humanidad, recogiendo los segundos que los humanos apartan esperando a que llegue el buen tiempo, el amor, a que se despeje el servicio. ¿Y sabeis qué? estas pequeñas joyas andantes son felices aprovechando esos pequeños momentos. Sientete pues obligado a sentirte violento mientras el ascensor llega a tu planta con el vecino del quinto sonriéndote, si te concentras muy mucho oirás el tiempo rodar lento y laborioso. Y detrás va un escarabajo empujando y sonriendo.